Sa Tuna

El punto de inflexión llegó tras un momento crítico, de aquellos que te parece que tocas fondo y del que no lograrás salir.

Pero lo consigues y decides tomar distancia de los tuyos durante una temporada. Así pues, cargada sólo con los 36 kilos que pesaba en ese momento, Montse decidió irse sola (sin coche, familia, ni amigos) a Sa Tuna porque necesitaba romper con todo, silenciar todos los inputs que le llegaban de mil direcciones y reflexionar sobre lo que le estaba pasando y lo que realmente quería.

Durante un mes se sumergió en el azul del mar, en el naranja intenso de las puestas de sol, en las texturas rugosas de las piedras y las rocas, en la esperanza infinita del verde de los árboles. Todo era contacto con la naturaleza, no había que disfrazarse y su piel comenzó a decir «aquí estoy yo». Pensarse, tocarse, buscar lo que somos en esencia … reencontrarnos con nuestra niña pequeña y volver a empezar desde cero para construir quiénes somos de verdad.